Sin puntos y aparte.
Relájate. Relájate y
deja de pensar. Sé que no puedes controlarlo pero inténtalo de todas las formas
posibles hasta que lo consigas. No me valen las excusas. Esas te las puedes
meter por dónde te quepan. Si necesitas quitarte la camiseta hazlo, pero
relájate. Por mí como si te quedas en pelotas. Vamos. Hay cosas que hacer.
Tienes demasiadas en la cabeza. ¿Notas esa bola de nervios en el estómago? ¿Esa
parte dura que se va formando en la boca del estómago? ¿Sí? Pues hay que
bajarla. No escribas puntos y aparte. No tienen sentido. Sigue escribiendo. ¿De
qué tienes miedo? Seguramente de todo. ¿De estar estancado? ¿Y quién demonios
no tiene miedo de eso? Tú sigue. Quizás encuentres algo. ¿Algo que perdonar has
dicho? ¿Para seguir adelante? No sé cómo se hace eso de perdonar. No olvido. Ni
lo que he hecho yo ni lo que han hecho los demás. Olvidarlo sólo serviría para
caer de nuevo en el mismo juego. ¿Dolor? ¿Rabia? ¡Claro que sí! ¡Estás vivo! La
cuestión es cómo dejarlo atrás ¿no? No sirve de nada huir. Olvida, olvida,
olvida. Dicen las voces. No hay olvido, no hay perdón, pero quizás haya algo más,
una fría cordialidad, una tibia relajación, un pequeño golpe de fortuna en el
que el statu quo se mantenga sin
causar daño alguno. ¿Y si no? Seguiremos andando. Deberías tomarte diez minutos
al día para respirar y relajarte. ¿Qué no tienes tiempo? Si te crees esa
mentira a estas alturas... Y estudiar, y preparar, y hacer ejercicio, y pensar
en algún proyecto. Espera, espera, espera. Relájate. Siente la canción, deja
que te lleve a un sitio más lejano, deja que te cuente una historia y te haga
llorar. ¿Echas de menos llorar con ganas? Luego te arrepentirás de ello cuando
lo hagas. Acuérdate de hace poco… Ya, ya, el dolor está aún fresco. No tientes
al destino. Venga. Vamos a hacer algo, no pongas música fuerte, tienes que
dejarte llevar. El viento, piensa en el viento o el agua, no pienses en la
llama, ni en el olor del fuego al quemar el papel, ni en las corrientes de humo
ascendiendo hacia lo alto, moviéndose como si estuvieran vivas. Venga, venga,
no pienses en eso. Escribe. Escribir te relajará. Deja de morderte el labio de
abajo y de apretar los dientes. Necesitas salir, necesitas una copa. No tienes
ganas, lo sé. Pero ya tienes ese tic en el ojo de nuevo. ¿Estás nervioso? Qué
va, como si no lo estuvieras siempre. Hay demasiadas cosas que quieres saber.
Déjate de física y agujeros negros supermasivos esta noche. Ojalá entendieras
esas fórmulas. Sentirte en casa. Sí. Lo echas de menos, echas de menos
demasiadas cosas y no tenemos tiempo para ello. ¿Los echarás de menos? ¡Claro
que sí, estúpido! Pero no puedes parar ¿no? No has sabido nunca y no sabes
ahora. Quizás por eso o puedes relajarte. Deja que fluyan, son sólo
pensamientos. ¿Los estarán leyendo con la misma velocidad que yo los escribo? Sin
parar a ver la coherencia. ¿Se plantearán entonces si también ellos piensan
así? ¿Si también ellos vagan de un lado a otro dentro de sus mentes a una
velocidad de vértigo? ¿Si el miedo se los come por dentro cuanto más se acercan
a aquello que desean? Seguro que sí. Seguro que no saben parar, y si saben
hacerlo que te lo expliquen. No vamos a intentarlo a estas alturas con drogas.
Quizás lo de antes, diez minutos de relajación, un rooibos calentito antes de
dormir, sin música ni luces. Deja el puto móvil a un lado. Todo el día
enganchado a esa puta mierda. Deberías aprender a estar sólo más tiempo. O al
menos a recordarlo. Sólo entonces aprendemos a valorar la buena compañía y a
racionarla. Una cabaña cerca de un bosque, un lago, una chimenea y libros. Y
algo para fumar. No puedes fumar, ya no. Se acabaron los cigarrillos para ti.
Bueno, entonces una copa o un café. Me encanta cuando piensas en café. ¿Crees
que pensaríamos más rápido si nos tomamos uno ahora? Déjate de locuras. Deberían
prohibírmelo. No pasa nada. Sólo relájate, piensa. Deja de pensar ¿No sabes
hacerlo? Pregúntale a un niño. Ellos saben cómo hacerlo. Ahora a escribir
otra cosa. Ésta se acaba aquí. Adiós.
Comentarios
Publicar un comentario