Un ropero vacío.

         Dime… ¿has sufrido tú alguna vez la agónica desesperación que recorre tu cuerpo al vaciar pieza a pieza un ropero hasta el final? ¿Lo has contemplado con tus ojos llorosos al ver la devastadora verdad que te ha mostrado? Pocas cosas hay más tristes que esa. El encontrarte en la difícil situación de tener que abandonar todo aquello que te define, que define tu propio hogar, tu forma de ser, tu pasado, para dar un salto al vacío y arriesgarse a empezar de nuevo.

         ¿Pocas cosas hay más tristes? ¿En serio? Sí, en serio. Porque… ¿acaso no son todos esos momentos tristes, llenos de dolor y lágrimas, de gritos y maldiciones, un ropero vacío? ¿No es esa la amarga realidad que nos lleva a sentir como nuestro mundo comienza a desmoronarse a nuestro alrededor? Perdemos a alguien, contraemos una enfermedad, rompemos una amistad o una pareja, emigramos dejándolo todo atrás, dejamos de confiar en alguien cercano a nosotros, somos traicionados, se desmoronan nuestros sueños o perdemos el trabajo de nuestra vida… y se nos vacía el ropero.


         Llenamos entonces las maletas con lo que queda de nosotros mismos y lo que queremos conservar del pasado. Y en un alarde de valentía hasta sonreímos con fuerza si es que queda lo suficiente para que parezcan más o menos llenas. Pero al girarnos, al volver la vista hacia esa ventana gris que es nuestro ropero, contemplamos ensimismados ese vacío, vemos justo ahí lo que nos falta o lo que vamos a dejar atrás porque nuestra vida ha cambiado tanto que ya no se ajusta a nosotros y debemos buscar un nuevo ropero que no alcanzamos a imaginar cómo es. Es entonces, delante de ese vacío en el que las perchas solitarias nos cuentas historias de ropas pasadas, cuando el dolor se hace más vívido que nunca, cuando nos atormenta la presión en el pecho, sentimos nuestra nariz hincharse congestionada y nuestros ojos llenarse de lágrimas que pugnan por salir a recorrer tu rostro, precisamente porque ahí, en ese pequeño y misterioso vacío, se encuentra todo lo que vamos a añorar y que por lo pronto hemos de dejar atrás.


¿Y tú? ¿Has contemplado tu ropero vacío?

Comentarios

Entradas populares de este blog

Cerró la boca.

Veo

Autorelato